Estudio examina la relación entre las bacterias del tubo digestivo y la obesidad

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La obesidad es más que un problema de estética: eleva los riesgos de desarrollar hipertensión arterial, diabetes, y muchos otros problemas graves de salud. Es sabido que consumir más calorías de las necesarias produce un aumento de peso, pero la comunidad científica está tratando de identificar factores adicionales que influyan en la tendencia de las personas a ganar peso y a retenerlo.

Un equipo de investigadores de la Clínica Mayo en Arizona, y del Instituto de Bioingeniería en la Universidad Estatal de Arizona, ha examinado el papel que las bacterias presentes en el tracto gastrointestinal desempeñan en la regulación del peso corporal y en el desarrollo de la obesidad.

Conocidas como la flora intestinal, las bacterias que pueblan el tracto gastrointestinal humano realizan una amplia variedad de tareas. Estos microbios ayudan a extraer las calorías de lo que comemos, ayudan a almacenar estas calorías para su utilización posterior, y aportan energía y nutrientes para la producción de nuevas bacterias que continúen su trabajo.

Según John DiBaise, gastroenterólogo de la Clínica Mayo en Arizona, y autor principal del trabajo, varios estudios sugieren que la microbiota intestinal está involucrada en la regulación del peso y que la modificación de estas bacterias podría algún día ser una opción de tratamiento para la obesidad.

En los analisis de DiBaise y sus colaboradores, se observó que los ratones jóvenes, criados de manera convencional, tienen un contenido de grasa corporal significativamente superior al de una cepa de ratones alimentados en el laboratorio, que carecen de estas bacterias, aún cuando los ratones “normales”‘ consumían menos alimentos que sus compañeros despojados de bacterias.

Cuando el mismo grupo de investigación trasplantó las bacterias intestinales de los ratones normales a los ratones de laboratorio, éstos experimentaron un incremento de un 60 por ciento en el contenido de grasa corporal en las dos semanas siguientes, sin ningún cambio en el consumo de alimentos, y sin diferencias obvias en el consumo de energía.

En otro de los estudios revisados, se hizo un seguimiento del desarrollo de niños desde su nacimiento hasta los siete años de edad. Las muestras de heces de los niños que tenían un peso normal a la edad de siete años, tenían bacterias claramente diferentes a las presentes en las muestras procedentes de niños con sobrepeso.

Fuente: asunews.asu.edu/20080613_gutbacteria

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